martes, 28 de junio de 2011

Más que palabras: Señales no verbales que atraen al cliente - Por Barry Farber

Estás sentado frente a un posible cliente quien
se echa hacia atrás, con los brazos cruzados sobre
el pecho. "Oh, no", piensas. "Cruzó los brazos.
Se está reclinando. ¡Seguro que perdí la venta!"
De pronto, tu entusiasmo decae y te sientes inseguro
sobre tu siguiente maniobra. ¡Sorpréndete! La venta
no se cayó por lo que hizo tu prospecto, sino por
lo que tú imaginaste. Ni cuenta te diste del momento
clave. Nunca te diste cuenta que el posible cliente
simplemente se estaba acomodando en una flamante
silla mientras pensaba que el aire acondicionado
estaba muy fuerte.

Muchos vendedores creen que el lenguaje corporal
deja al descubierto los pensamientos íntimos de
otra persona. El problema es, simplemente, que es
muy fácil malinterpretar las señales. Creo que la
gente refleja el lenguaje corporal que se le
presenta. Si eres entusiasta, el posible cliente
lo será. Si te sientes incómodo en una reunión,
el posible cliente también lo estará.

El reflejo acertado

Si quieres que tu próximo consumidor tenga un
lenguaje corporal positivo, ponle el ejemplo.
He aquí tres formas excelentes para lograrlo:

Sonríe. Nada comunica mejor la satisfacción que
una sonrisa. Es el lenguaje corporal internacional
que todo el mundo entiende. La gente no puede
sino corresponder del mismo modo y, una vez que
sonríe, tiende a estar más dispuesta a escuchar
lo que tengas que decir.

Saluda estrechando la mano con firmeza. Un
apretón de manos puede inspirar o traicionar
un aire de confianza. En muchas ocasiones, una
buena impresión se frustra por un apretón de
manos tibio o demasiado enérgico. El contacto
físico de dos manos proporciona un vínculo
afectivo de un nivel incomparable. Pero tienes
que hacerlo de la manera correcta. Permite que
tu mano sostenga la de la otra persona con
firmeza y de manera total; luego sonríe, mírala
a los ojos y saluda, "Me da mucho gusto verlo,
señor Gómez."

Establece contacto visual. Hace 12 años,
cuando estaba a punto de dedicarme a los
negocios por mi cuenta, le pregunté a un
amigo si podía darme algún consejo.
¿Cuáles fueron sus palabras acertadas?
Establecer contacto visual. Nada sustituye
el mirar a la persona directamente a los ojos,
sonreír sinceramente y decirle: "¡Qué gusto
conocerte!" Cuando lleves a cabo una presentación
de ventas o en cualquier momento que expongas
una cuestión importante, asegúrate de establecer
contacto visual con tu interlocutor.

Uno de mis socios, quien anda por los 70 años,
hace poco me dijo: "Lo que ahora me alegra es
que no hago negocios con la gente que no me cae
bien, con la que no me siento a gusto o en la
que no confío; aunque eso signifique rechazar
un negocio. He aprendido que si esos factores
están presentes, debes marcharte."

Creo que los ojos son las ventanas del alma.
Cuando trabajo con alguien, el nivel de
confianza y comodidad que percibo al mirar
a mi interlocutor a los ojos, ya sea hombre
o mujer, es mucho más fuerte que cualquier
contrato (aunque mi abogado lamenta discrepar).

Ese es el lenguaje corporal que me inspira confianza.

Por Barry Farber
www.barryfarber.com

sábado, 25 de junio de 2011

El Rey, el cocinero y el pescado podrido...

Se cuenta la historia de un Rey muy benévolo. Sus criados lo
querían al igual que todo el reino.

Un día el cocinero Real descubre que había en la cocina un
pescado que, por no haberlo preparado a tiempo, había
empezado a podrirse.

Al buen Rey no le gustaba que la comida se desperdiciase,
por lo que, temiendo un justo castigo por su
irresponsabilidad, decidió prepararlo de todas maneras y
sazonarlo de tal modo que pudiera ocultar el mal estado del
animal.

El Rey se sentó a la mesa y al primer bocado exclamó:

- ¡Esta comida está podrida! ¡Traigan al cocinero!

Luego de entrar en la sala, el cocinero explicó lo sucedido
y se disculpó con el Rey.

El Rey disculpó al cocinero y añadió:

- De todas maneras debes pagar el precio de tu falta de
responsabilidad, pero como has sido un buen siervo, te
permitiré escoger tu castigo.

- Escoge una de estas tres opciones: comerte el pescado
podrido que me diste a comer, recibir 50 azotes ó pagar
150 monedas, esto te servirá para recordar y hacer las
cosas bien de ahora en adelante.

El cocinero escogió comerse el pescado, pero al primer
bocado, no soportó el horrible sabor.

Cambió entonces de opinión y eligió los azotes. Luego del
décimo azote, no resistió más.

Finalmente decidió pagar las 150 monedas y sí que le
sirvió para recordar y aprender a hacer bien las cosas de
ahí en adelante.

¿Se da usted cuenta de que tuvo la oportunidad de elegir
UN castigo, pero terminó probando los TRES?

Así son la mayoría de los empresarios, prefieren afrontar
la amargura y el mal sabor de hacer todo por sí mismos y
terminan saboreando los fracasos de sus propios
emprendimientos. Intentan "sazonar" los problemas
económicos de su negocio echándole la culpa al gobierno
o al mercado, pero, los "bocados" saben igual de
horribles.

Luego, saltan de oportunidad en oportunidad, de idea en
idea, aguantando los azotes de pequeños éxitos que nunca
despuntan.

Finalmente, unos pocos que se cansan de esa situación,
deciden invertir en algo que los oriente y les recuerde
por siempre cómo hacer las cosas bien para tener éxito en
sus empresas.

¿Va a permitir que eso le suceda a usted?

Lo invito a revisar el siguiente sitio web, donde usted
puede tomar una decisión hoy, y, de ser así, me comprometo
a ayudarlo a encontrar una solución para la estrategia de
negocios de su empresa. De tal modo que usted no tenga que
pasar más tiempo pensando en qué funcionará mejor, ni
intentando nuevas cosas, sino, implementando estrategias
seguras.

http://ganaropciones.com/encuentro-privado

Cordialmente,

Patricio Peker

domingo, 12 de junio de 2011